Crónica de un secuestro y libertad de información

por Rafael Nuñez




“Historia de un secuestro” (su título en inglés es The Chumscrubber) narra el drama de un adolescente residente en un barrio californiano que desaparece de su hogar para quitarse la vida, sin que ni siquiera su madre se interese en el paradero ni la suerte del muchacho. No fue así la actitud de un amigo suyo que libró una batalla para esclarecer el caso.


Protagonizada por Janie Bell y dirigida por Arie Posin, la película desarrolla una trama de lo que acontece en las familias de muchos hogares del mundo cuando los padres olvidan poner atención a sus hijos.


“Noticia de un secuestro” es también el título de un libro del escritor colombiano Gabriel García Márquez cuya trama recrea la historia de un secuestro masivo en su país, dirigido por los grupos mafiosos de las drogas, a la cabeza Pablo Escobar, en respuesta al gobierno de Julio César Turbay Ayala, que autorizó las deportaciones a Estados Unidos de los líderes del narcotráfico.


Hay, pues, en esas dos historia títulos parecidos en dos dramas distintos: “Historia de un secuestro” y “Noticia de un secuestro”.


No voy a referirme a la película. Sí comentaré aspectos del tema escogido por García Márquez, que fue motivo de primeras planas en Colombia y en todo el mundo.



Llevado de la mano por la pluma del novelista más destacado del siglo XX, uno de los cronistas periodísticos más cautivadores que hemos leído, y recordando sus brillantes experiencias en los diarios colombianos, con el libro “Noticia de un Secuestro”, García Márquez toma la historia del chantaje del narcotráfico y la respuesta de las autoridades colombianas de no dejarse poner de rodillas como tema de su libro.



En relación al mecanismo del secuestro como forma de conseguir dinero y concesiones por el crimen organizado o grupúsculos políticos, destacan aspectos que comentaré a propósito de los secuestros en Colombia, realizados por narcotraficantes, y el hecho reciente ocurrido en el municipio de Nagua, donde fue secuestrado el 18 de septiembre el joven Eduardo Antonio Baldera Gómez, de 20 años, y devuelto a su casa sano y salvo por la Policía, 23 días después de su rapto.



Cuando ocurren acontecimientos como éste, chocan intereses legítimos que deben deslindarse sin que esto afecte el campo de acción de los actores involucrados. Estoy enterado paso por paso, desde el primer día, de las acciones prudentes realizadas por el jefe de la Policía, mayor general Guillermo Guzmán Fermín y su equipo, con el fin de rescatar a este joven y retornarlo a su familia sin poner en riesgo su integridad física.



Es una prerrogativa de la Policía, del Ministerio Público y del juez mantener en secreto los detalles de las investigaciones de manera que cualquier escape de información no dé al traste con los propósitos de los investigadores.



Sé que en algún momento, los captores del joven Baldera Gómez lo mantuvieron en una finca ubicada en la provincia de Monseñor Nouel. Sé que la Policía, a través de sus equipos de inteligencia, había detectado a los principales cabecillas. No se actuó en ese momento en Bonao, entre otras razones, porque Guzmán Fermín sabía que actuar con la prudencia necesaria para garantizar la integridad del secuestrado, era su primera responsabilidad.



Los medios de comunicación, los padres del joven y el país se llenaban de ansiedad, sin embargo, con el discurrir de los días. Vimos cómo en algunas ruedas de prensa, periodistas acreditados a la fuente preguntaban los detalles de las investigaciones, partiendo del irrenunciable principio de la libertad de información, consagrado en las leyes dominicanas.



Se trata no sólo de una facultad jurídica y moral la capacidad de investigar, almacenar y buscar información para transmitírsela a un grupo, sino que es una necesidad colectiva.
Una investigación tan delicada, como la de un secuestro, debe hacerse con toda la profesionalidad, como han actuado los investigadores, al mando del jefe de la Policía, mayor general Guillermo Guzmán Fermín, en el caso de Baldera Gómez.



Los medios no deben renunciar al derecho a obtener información, pero los periodistas de experiencia están conscientes de que los investigadores no están obligados a dar más información que aquellas que permitan las circunstancias.



Como en “Noticia de un secuestro”, de la historia de García Márquez, los medios de comunicación jugaron, en el caso dominicano, un rol importante al darle seguimiento continuo al secuestro mientras la Policía, una vez más, jugó un papel estelar.

Publicar un comentario

0 Comentarios