TV digital y ridiculeces irreflexivas



Cuando en el fragor de la campaña electoral de 1996 el candidato Leonel Fernández planteó el compromiso que de llegar a la Presidencia de la República equiparía de computadoras los liceos públicos como forma de reducir la brecha digital, surgieron unos que otros incrédulos consuetudinarios con argumentos ridículos, mofándose de aquella promesa electoral.


En el año de 1997, cuando el presidente Leonel Fernández dio inicio al cumplimiento de lo prometido para las escuelas en las que estudian los hijos de los humildes, las mismas voces irreflexivas repetían aquellas ridiculeces.


Doce años después de escuchar aquellos despropósitos, y no habiendo hecho nada ésta gente para impedir que algunos laboratorios de computadoras fueran desmantelados en el período 2000-2004, esas voces agoreras hacen mutis ante una realidad que les golpea en la cara. ¿Cuál es la verdad que ha enmudecido a esos críticos de todo lo que no sale de su mente? Que miles de jóvenes egresados de esos liceos públicos pudieron incorporarse a la producción, gracias a los conocimientos adquiridos en sus respectivos centros de estudios, en el manejo de la informática.


En el esfuerzo que llevan a cabo países como la República Dominicana para reducir la brecha digital, el proceso de desarrollo es asimétrico. A ninguna persona juiciosa se le puede ocurrir plantear que las naciones que alcanzaron altos niveles de desarrollo, lo lograron de manera pareja.


Quienes se atreven a decir esa bobada, estarían negando el método dialéctico, definido por Engels, Feuerbach de la siguiente manera:


“El mundo no puede concebirse como un conjunto de objetos terminados y acabados, sino como un conjunto de procesos, en el que las cosas que parecen estables, al igual que sus reflejos mentales en nuestras cabezas, los conceptos, pasan por una serie ininterrumpidas de cambios, por un proceso de génesis y caducidad”.


Los sustentadores del pesimismo dominicano tienen como su principal problema el no comprender cómo se produce el movimiento de los objetos, del pensamiento, de la vida, pues sea como fuere los procesos de desarrollo no son parejos, mucho menos cuando se trata de una sociedad defectuosa como la nuestra.


Ni siquiera en los países europeo que se lanzaron a “descubrirnos”, conquistarnos y colonizarnos los procesos de desarrollo fueron idénticos. Nuestro propio origen y desarrollo es atípico, es decir diferente a la evolución que normó el de las naciones de Europa. Incluso, son diferentes los procesos educativos que se registraron entre los pueblos conquistadores y las colonias conquistadas.


La profundidad del pensamiento filosófico de Friedrich Hegel es más contundente aún en este argumento cuando plantea respecto del desarrollo de las sociedades que éste no discurre en línea recta, sino en espiral, a saltos a través de catástrofes y revoluciones.


Usted se preguntará, ¿qué tienen que ver estas disquisiciones filosóficas con ese aspecto de la educación dominicana? Muchísimo. Nuestro desempeño educativo como sociedad se encuentra estrechamente ligado con el escaso desarrollo político, económico y social, tesis ampliamente sustentada por el profesor Juan Bosch.


La discusión de si eran pertinentes las computadoras en las escuelas públicas porque el problema de la energía eléctrica no estaba resuelto, hoy resulta ridículo. Pero el tema parece volver a otras mentes irreflexivas cuando se plantea lo del establecimiento de la televisión digital.


El energético es un problema que tenemos pendiente como sociedad, pero el avance de otras áreas de la vida social, económica, tecnológica, cultural y política no puede estar sujeto al hecho cierto de que no esté resuelto de manera definitiva el tema del servicio de energía eléctrica.



- Rafael Núñez

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