CORREOS NO DESEADOS



Escribí mi contraseña, pulsé la tecla "enter". Mi buzón de correos estaba full de mensajes. El primero en abrir fue aquel que me pareció llamativo. Me dispuse a saciar mi curiosidad, seducido por el título que tenía: "Ofrezco información sobre la National Aeronautics Space Administration (NASA)".


Me pareció extraño que un mensaje de esa naturaleza terminara dirigido a la cuenta de "correos admitidos" de un simple mortal del mundo que no está en las listas de interesados en investigaciones espaciales y aeronáuticas. Pensé que lo más idóneo era que ese correo cayera de manera automática en el buzón de los no deseados. Pero se escapó.


Dice la gente, sin embargo, que la curiosidad mata al ratón. Como un roedor tras el queso me lancé a hurgar en el bendito correo que, de manera subrepticia, violó la privacidad de mis contactos preferidos. Cuando di el "click" se desplegó un inmenso espacio, ilustrado con una amplia fotografía del hombre que me enviaba aquella "valiosa" información. Su foto ocupaba más de la mitad de todo el mensaje, al parecer cuidadosamente retocada.



Era un mulato oscuro cuyas barbas blancas contrastaban con el color negro de su piel. Unas fosas nasales que simulaban dos enormes carreteras perdidas en la oscuridad. Decía tener un Phd en física nuclear, Doctor en Ciencias Astronómicas y ser miembro del exclusivo club de The Mars Society (Sociedad de Marte).



Con el bakground desplegado al pie de la fotografía de aquel fulano, pensé de inmediato que estaba ante un prominente hombre, con un domino absoluto de la información espacial y la aeronáutica, materia de la cual no se tiene acceso a muchos detalles, pues estamos limitados a las escasas noticias que se publican en los periódicos nacionales y extranjeros.



Lo más curioso de aquel perfil no resultó ser la preparación profesional que decía tener aquel hombre, sino el relato de su vida personal que abarcaba 15 largos párrafos, escritos al parecer por los impulsos instintivos de una mentalidad acabada de llegar a este planeta, una psicología comparada a la de un niño, que necesita satisfacer de inmediato su ego.



En aquel correo no deseado, de los tantos que se reciben a diario, abrirlo fue como empujar la puerta para entrar a la vida de un ser cuya lucha no es por sobrevivir y hacer de su existencia en el planeta una breve jornada de actos útiles a la humanidad y una estadía placentera; no, conocer las características de aquellos egos sueltos fue como asistir a un mundo detestable, fue penetrar al habitad de aquel "señor", cuyas paredes estaban forradas de espejos. En esos espejos sólo se reflejaba su vida.



Así era su personalidad: De un espejismo proverbial, de una triste vida impulsada por el afán de notoriedad personal y la búsqueda de figurar. Su origen familiar - según él- se remontaba a los arios, una estirpe que proviene de la ribera de los ríos Tigris y Éufrates, donde dicen habitan los dioses por los siglos de los siglos.



Buena parte de la información disponible de su vida, la dedica a explicar el origen sumerio de su tatarabuela, una mujer que, según sus explicaciones, emigró de Irán hacia occidente. Eso explica su creencia de que desciende de una raza superior.



El glosario de su árbol genealógico termina con una perla: Por las indagaciones que ha hecho durante quince años determinó que lleva sangre de Darío Primero, El Grande, rey de Persia, de manera que se propone hacer el anuncio en conferencia de prensa ante las agencias internacionales. Un kit de prensa con su imagen, tamaño 4 X 6, acompañada de una crónica de su vida, será entregada a los representantes mundiales de las agencias de prensa.



Cuando sólo me faltaba por leer un párrafo de aquel correo, pensé no concluir la lectura, pero mis esperanzas de terminar con alguna información del espacio y la vía láctea no habían muerto. Tremendo fue mi desengaño al ver que la conclusión de aquel correo electrónico era una justificación de por qué siendo de linaje ario, su piel era negra como la noche.



Rafael Núñez

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